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Caquexia cancerosa en la la práctica oncológica
La caquexia cancerosa pasa a la primera línea de la práctica oncológica

Released: October 10, 2025

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Key Takeaways
  • El reconocimiento temprano y la detección sistemática de la caquexia cancerosa son esenciales, utilizando herramientas multifactoriales simplificadas para identificar a los pacientes en riesgo e intervenir antes de que la afección se vuelva irreversible.
  • El tratamiento multimodal, que incluye la integración de la nutrición, el ejercicio y los agentes farmacológicos seleccionados, sigue siendo la piedra angular de la atención y es factible incluso durante el tratamiento sistémico del cáncer.
  • Hay varias terapias novedosas prometedoras en el horizonte, pero los futuros ensayos clínicos deben garantizar una selección adecuada de los pacientes y criterios de valoración bien definidos centrados en el paciente, priorizando al mismo tiempo las estrategias de tratamiento multimodal para lograr un beneficio clínico significativo.

Resumen
La caquexia cancerosa no es un simple problema nutricional. Es un síndrome multifactorial caracterizado por la pérdida progresiva de músculo esquelético (con o sin agotamiento de grasa) y es impulsado por la inflamación sistémica y las interacciones tumor-huésped. A diferencia de la desnutrición, la caquexia no se puede revertir únicamente con apoyo nutricional. Su prevalencia es sustancial, afectando aproximadamente al 60 %-80 % de los pacientes con cánceres gastrointestinales y de pulmón avanzados. Sin embargo, sigue siendo poco reconocida y tratada, con consecuencias devastadoras para la tolerancia al tratamiento, la calidad de vida y la supervivencia.

El reconocimiento temprano de la caquexia cancerosa es crucial. A menudo, los pacientes presentan pérdida de peso involuntaria, anorexia, fatiga y pérdida muscular, y estos síntomas pueden estadificarse como precaquexia, caquexia o caquexia resistente según el consenso internacional de 2011 de Fearon y colegas. Cabe destacar que el uso de intervenciones en las primeras fases del síndrome puede estabilizar la enfermedad, mientras que en las etapas resistentes la caquexia cancerosa es en gran medida irreversible.

La necesidad de una detección sistemática
La detección de la caquexia debe convertirse en una práctica estándar en oncología. Se pueden utilizar herramientas sencillas como la Herramienta de Detección de Malnutrición (MST) y la Herramienta de Detección de Riesgo Nutricional 2002 (NRS-2002) en el momento del diagnóstico y repetirlas antes de cada ciclo de tratamiento. Las señales de alerta de la caquexia cancerosa (incluida la pérdida de peso no intencionada ≥5 % en 6 meses, anorexia, fatiga, deterioro funcional, proteína C reactiva elevada e hipoalbuminemia) se integran en herramientas de pronóstico como la puntuación de pronóstico de Glasgow modificada (mGPS). Una mGPS positiva debería motivar una evaluación completa de múltiples parámetros, incluida la trayectoria del peso, la fuerza muscular, las pruebas funcionales y los niveles de biomarcadores inflamatorios. El papel de muchos biomarcadores inflamatorios o endocrinos, como el factor de diferenciación del crecimiento-15 (GDF-15) y las citocinas proinflamatorias (interleucina [IL]-6 y factor de necrosis tumoral alfa) en la caquexia cancerosa aún está bajo investigación y aún debe validarse. Por lo tanto, no se deben prescribir de forma rutinaria pruebas para estos biomarcadores. miniCASCO es una herramienta simplificada propuesta para la clasificación de la caquexia cancerosa. Tiene en cuenta múltiples factores, incluida la pérdida de peso, la composición corporal, la ingesta nutricional, la inflamación, el nivel de actividad física y el bienestar general. Es particularmente útil tanto en la práctica clínica como en entornos de investigación. Ofrece un marco práctico para la toma de decisiones terapéuticas y la estratificación de pacientes en ensayos clínicos.

Paradigma de tratamiento multimodal
Debido a que la caquexia surge de factores metabólicos, inflamatorios y funcionales superpuestos, ninguna modalidad de tratamiento es suficiente para su evaluación. Para obtener resultados óptimos, el tratamiento de la caquexia cancerosa debe ser multimodal. En general, el asesoramiento nutricional sigue siendo fundamental para el tratamiento, con una ingesta de proteínas de 1,0 a 1,5 g/kg/día (hasta aproximadamente 2,0 g/kg/día en casos seleccionados) para apoyar la masa y la función muscular. Esto debe respaldarse con el uso de complementos por vía oral o nutrición enteral cuando sea necesario. Además, la complementación con ácidos grasos omega-3 puede ayudar a estabilizar el peso y mejorar la calidad de vida.

El ejercicio es igualmente importante. El entrenamiento de resistencia supervisado, con o sin actividad aeróbica, mejora la fuerza muscular, la composición corporal y la capacidad funcional. El ejercicio es posible incluso durante el tratamiento sistémico.

Cabe destacar que las intervenciones farmacológicas para la caquexia cancerosa son limitadas actualmente. El acetato de megestrol induce aumentos moderados del apetito y ganancia de peso, pero se asocia con riesgos de edema y trombosis. Los corticosteroides pueden mejorar temporalmente el apetito y el bienestar, pero no son apropiados para su uso a largo plazo. Además, la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica respaldó la olanzapina en dosis bajas, un agente antipsicótico, como una opción para mejorar el apetito, promover el aumento de peso y mejorar la calidad de vida en pacientes seleccionados. Sin embargo, el diseño de los ensayos controlados aleatorizados de olanzapina varía según las diferencias en la dosis del tratamiento, la duración, las terapias concomitantes y los criterios de valoración.

Intervenciones multimodales en ensayos clínicos y futuros tratamientos
Los avances más prometedores para el tratamiento de la caquexia cancerosa surgen de enfoques integrados y combinados. El ensayo de fase III MENAC investigó la combinación de nutrición, complementación con ácidos grasos omega-3, ejercicio y terapia antiinflamatoria versus el tratamiento de referencia (oncología rutinaria y cuidados paliativos). El criterio de valoración principal fue el cambio en el peso corporal y los criterios de valoración secundarios clave fueron el cambio en la masa muscular y la actividad física. MENAC demostró la viabilidad y seguridad del enfoque multimodal. El estudio mostró pruebas de estabilización del peso, aunque los resultados funcionales mostraron resultados mixtos. Definir criterios de valoración clave e importantes para los ensayos de caquexia cancerosa es un desafío y no existe consenso entre los organismos reguladores. Sin embargo, los hallazgos del ensayo MENAC subrayan la necesidad de realizar más ensayos diseñados en torno a enfoques dirigidos al apetito, estrategias contra la degradación de las proteínas, específicamente medicamentos que bloqueen el catabolismo, y ejercicio. Los criterios de valoración clave de los ensayos deben considerarse cuidadosamente y deben reflejar resultados centrados en el paciente, como la independencia funcional, la tolerancia al tratamiento y la calidad de vida, en lugar del aumento de peso únicamente.

Para los pacientes con caquexia cancerosa, los agentes nuevos y emergentes se encuentran en diferentes etapas de desarrollo. Por ejemplo, la anamorelina, un agonista selectivo oral del receptor de grelina, se investigó en el ensayo de fase II aleatorizado y controlado con placebo O-7643-04 para pacientes japoneses con cáncer de pulmón no microcítico (CPNM) en estadio III/IV no resecable y caquexia. Demostró mejoras en la masa corporal magra y en los síntomas de anorexia, pero el tratamiento no se asoció con un aumento de la función motora. Basándose en estos resultados, la anamorelina obtuvo la aprobación en Japón para pacientes con caquexia cancerosa. Es el primer agente de su clase que se investiga en ensayos de fase III de caquexia cancerosa. En los ensayos de fase III aleatorizados y controlados con placebo ROMANA 1 y ROMANA 2 para pacientes con CPNM en estadio III/IV y caquexia, la anamorelina no logró demostrar un aumento de la fuerza de agarre durante 12 semanas, pero se observaron mejoras en el criterio de valoración coprimario de la masa corporal magra. Anamorelina no está aprobada para su uso en Europa ni en los Estados Unidos.

Se están investigando otros agentes farmacológicos en ensayos clínicos de fase temprana. Las terapias dirigidas a GDF-15, una citocina implicada en la supresión del apetito y la desregulación metabólica, son particularmente interesantes. Ponsegromab, un anticuerpo monoclonal humanizado anti–GDF-15, se investigó en un ensayo aleatorizado de fase II en el que pacientes con caquexia cancerosa y niveles elevados de GDF-15 (≥1500 pg/ml) recibieron 3 dosis diferentes administradas por vía subcutánea (100 mg, 200 mg y 400 mg) frente a placebo. El criterio de valoración principal del ensayo fue el cambio en el peso corporal respecto del valor inicial a las 12 semanas. Los criterios de valoración secundarios clave fueron el apetito y los síntomas de caquexia, la seguridad y las mediciones digitales de la actividad física. El ensayo demostró un aumento de peso clínicamente significativo, una mejora del apetito y del nivel general de actividad física. Sin embargo, una pregunta importante restante es si el bloqueo de una sola citocina será suficiente para el tratamiento de la caquexia cancerosa, dada la redundancia de las vías inflamatorias implicadas en la homeostasis. Se prevé que el ensayo en curso de fase IIb/III multinacional, aleatorizado y doble ciego que investiga la eficacia, seguridad y tolerabilidad de la quimioterapia sistémica con o sin ponsegromab como tratamiento de primera línea para pacientes con caquexia y adenocarcinoma ductal pancreático metastásico arrojará más luz sobre este tema (NCT06989437).

El espindolol es un nuevo betabloqueante que mostró una mejora de la fuerza de agarre, reversión de la pérdida de peso y una tendencia hacia un beneficio en la supervivencia global en el ensayo de fase II aleatorizado y controlado con placebo ACT-ONE en pacientes con cáncer colorrectal avanzado o CPNM y caquexia.

El bloqueo de IL-6 con tocilizumab en monoterapia o en politerapia con corticosteroides también ha mostrado resultados iniciales alentadores con mejoras en el peso y aumento de los niveles de albúmina, aunque se esperan ensayos confirmatorios.

Otras estrategias de investigación han demostrado ser prometedoras en modelos preclínicos o animales, pero su traducción al beneficio clínico en humanos con caquexia cancerosa ha sido limitada. Entre las más prometedoras se encuentran: inhibidores de miostatina/activina como domagrozumab, agonistas beta 2 como formoterol (en combinación con acetato de megestrol), antagonistas del receptor 4 de melanocortina como TCMCB07 y anticuerpos monoclonales contra IL-1 alfa como bermekimab.

Conclusiones
Para los oncólogos, enfermeros, dietistas y el resto de los profesionales sanitarios afines, la prioridad es clara: los pacientes deben ser evaluados rutinariamente para detectar caquexia cancerosa. Una vez realizado el diagnóstico, se debe estadificar el síndrome y tratar a los pacientes rápidamente. La integración del tratamiento de la caquexia en la práctica oncológica actual puede preservar la masa muscular, mantener la independencia funcional y mejorar la tolerancia a los tratamientos sistémicos. Al mismo tiempo, los profesionales de la salud deben mantenerse actualizados sobre las investigaciones en curso. Un diseño de ensayos cuidadoso con criterios de selección de pacientes y criterios de valoración clave significativos es esencial para traducir estas terapias en un beneficio clínico real. La caquexia cancerosa sigue siendo una de las necesidades no satisfechas más urgentes de la oncología. Ahora es posible aumentar la concienciación, adoptar métodos de detección sistemáticos e implementar intervenciones multimodales. A medida que evolucionan los ensayos clínicos, la comunidad oncológica tiene la responsabilidad de llevar el cuidado de la caquexia desde un lugar secundario a la primera línea del tratamiento del cáncer.